EL COLOR DE LAS BUGANVILLAS DE MARIA LAURA DE PIANO

Beatriz Valdés

Con la reconocida escritora española Espido Freire y el médico panameño ganador de Premio Miró, Dimitrios Gianareas, formé parte del Jurado para el Premio Sagitario de Novela Corta 2017, donde seleccionamos como  ganadora la hermosa novela que hoy comento  por gentil invitación de la autora, María Laura De Piano.

Dado que la mayor parte de quienes nos acompañan esta noche son lectores, comienzo por asegurarles que el Color de las Buganvillas les regalará gratos momentos. María Laura logró amalgamar en una novela corta una medida de historia, otra de romance, y también de misterio. Y en cada uno de esos aspectos, satisface la imaginación del lector.

La autora, en  su primera novela, fue ambiciosa; ideando una estructura compleja.

Integró una secuencia de historias que le ocurren a personajes que no se repiten ni se encuentran;  y todavía más, que viven en épocas y mundos distintos, haciéndolos partícipes en  una rica panoplia de eventualidades humanas: drama, aventura, tragedia y amores, magia negra, injusticia y resignación, dolor y consuelo. Y, con buen tino, encargó a un pequeño espejo de plata la misión de vincular en el tiempo los diversos episodios.

 

LOS PERSONAJES:

María Laura esculpe bien sus personajes. Desde el joven náufrago que aparece comenzando la novela y cuyas   ilusiones y vida truncada quedan reverberando en la memoria, la mujer indígena y su pareja – inocentes páginas en blanco a la civilización del hombre blanco-; la esclava negra que llega a ser compañera de cautiverio y la venga de los abusos del amo perverso, llamando con su poderosa magia al ejército de hormigas negras que lo devoran; luego Merceditas, criollita hermosa que se enamora y embaraza de un  norteamericano que desaparece, viéndose obligada a casarse con el viejo aristócrata zaragoceño y dejar para siempre su amada isla; el padre autoritario, el tío homosexual, la nana que hace de madre….y, corriendo el tiempo, la  nieta de Mercedes que regresa a Cuba en tiempos modernos para recorrer los pasos que tantas veces le narró la abuela, terminando convertida en la detective pertinaz que quiere saber qué fue de su verdadero abuelo, el gringo desaparecido.

Y podríamos considerar también personaje al pequeño espejo que reaparecerá varias veces a lo largo de la historia. Es el tótem accidental, pues cuando lo encuentra la indígena y lo mira, “aparece un gran ojo”, convirtiendo este objeto en algo venerado y temido.

La autora,  dominando varios hilos narrativos, nutrió la historia con una dosis adecuada de conocimientos históricos,  y numerosos gracejos costumbristas en las ambientaciones locales, recursos que hacen muy amena la lectura de El Color de las Buganvillas.

(El tiempo en esta novela es horizontal.) La historia inicia en la España de los tiempos de la Conquista con un naufragio en costas cubanas seguido de un hermoso y conmovedor contacto con una tribu indígena; continúa dando un salto temporal a la sociedad criolla de la Cuba hispana; retorna al Viejo Mundo, a España, a la ciudad de Zaragoza, y culmina, con otro gran impulso imaginativo, en la Cuba fidelista de los  tiempos presentes, tal como todos la conocemos.  Durante este recorrido histórico y temporal lineal, el pasado aflora sólo a través de los recuerdos que conserva la memoria.

Por último, en un Epílogo brillante, la autora resuelve el misterio que plantea temprano, para gran satisfacción del lector.

María Laura nos ha recordado, en sus interesantes y absorbentes páginas, algo importante; que vivir es ser eslabón en una secuencia de realidades, y que aunque solemos desconocerlas, de alguna forma nos están tocando.

 

Escribir una novela corta exige recursos especiales. Es necesario llevar un ritmo ágil, pero sin descuidar que las descripciones introduzcan al lector en la escena; debe instar a involucrarse en lo que sucede,  con suficiente credibilidad; hay que lograr que la historia viva, que tenga movimiento, color  y acción; no descuidar la definición física e introspectiva de los personajes, mientras se  consigue lo más importante: atrapar y mantener el interés del lector. María Laura adoptó el ritmo correcto, y la sintaxis, descripciones, figuras literarias y drama  llenan muy bien estos cometidos.

Al respecto, recordé una obra de Aldous Huxley llamada “Mi tío Spencer”. Allí el gran literato inglés hace gala de su dominio de la novela breve; como cuando describe en un párrafo de pocas líneas la rica imagen que contemplan los ojos del niño que llega a Bruselas a visitar a su tío, sentando para el resto de la historia los personajes principales, el ambiente, la época, y las circunstancias.

En la novela corta el escritor no tiene tiempo de divagar, de extenderse cómodamente página tras páginas con poco avance en la acción. Debe adoptar y manejar con arte un movimiento rítmico que no es el del valse pero tampoco, como podría ser en un cuento breve, un chachachá. Quizás la comparación adecuada, para mí, sería que  la novela corta se desarrolla como un elegante tango. Definición, belleza, garra, fluidez.

Esto lo logra María Laura;  veamos una de sus descripciones: “El único sendero de entrada era de tierra y estaba custodiado a ambos lados por estilizadas palmas que le daban al lugar un impactante toque señorial.  Se detuvieron un momento frente a la alta chimenea de ladrillos del viejo ingenio que se erguía todavía orgullosa a pesar de sus paredes deterioradas y su inutilidad.” Nos muestra, y nos ubica.

O esta descripción breve y emotiva: “Además, era el único lugar donde ella era feliz. Recordó con nostalgia los cañaverales ondeando con el viento, el canto de los negros, el aroma meloso de la zafra y el sonido cantarino del río.” 

María Laura tiene un estilo al narrar que es claro y coherente, emplea un vocabulario rico con precisión lingüística,  y crea hermosas figuras que le otorgan el nivel literario.

Veamos algunas de sus metáforas:  Cuando estalla una fuerte tormenta, la autora describe  “Las espadas de fuego que caían en el mar..”  O al terminar el día…”El cielo se iba apagando“. … y “A esta hora, el sol está acabando”…su faena.

“La tarde caía lenta y suave”… “Envuelta en la calurosa tarde de verano”.

Como la naturaleza me maravilla, disfruté mucho el estado de ánimo que sus metáforas inducen.

Dado que el estilo narrativo de nuestra autora cuadra en el legado clásico, cuando María Laura nos habla de magia, se refiere a la visible y palpable. En este libro, a la que practican los creyentes en los orichas.  Veamos lo que transcurre en una manifestación de magia negra invocada por la esclava negra, practicante oricha, que quiere castigar a un patrón malvado:

“La habitación se inundó de aire fresco y perfumado en el momento en que un ejército gigante de hormigas entraba lento y silencioso por la puerta abierta, marchando en dirección a la figura regordeta y sin ropas del blanco que comenzaba a incorporarse.   En segundos cubrieron sus piernas y torso mientras él, inútilmente, intentaba espantarlas a manotazos.  El amo volvió a caer, gritando aterrorizado.  Tantas se le metieron por la boca que sus gritos se convirtieron en apagados quejidos…. Y para cuando el ejército de hormigas abandonó la habitación, solo quedó en el piso un montoncito de polvo oscuro.  La negra se agachó y sopló con todas sus fuerzas hasta que las diminutas partículas se perdieron en el aire.”

No incursionaré más en la trama, para que uds. la disfruten de primera mano. Le llegó la hora a la historia de María  Laura de salir a circular por el mundo.

Quiero terminar con mi entusiasta recomendación de que aborden pronto las páginas de la novela ganadora del Premio Sagitario de novela corta 2017, El Color de las Buganvillas de María Laura De Piano, donde encontrarán el deleite literario que buscamos los que amamos la lectura. Muchas gracias.